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28
Fev11

Cinturones de castidad, otra vez?

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Cinturones de castidad otra vez?

 

Uno creía que estas cosas ya no existían, o que sólo quedaban circunscritas a prácticas sexuales vinculadas al BDSM o para jugar a ‘Dragones y mazmorras’. Sin embargo, parece que algunas tradiciones se resisten a desaparecer y vuelven por sus fueros, aunque no en su forma tradicional. De hecho, para ser estricto, el ‘post’ de hoy debería haberse titulado ‘ligueros de castidad’, porque en eso consiste el invento del que vamos a hablar, pero al fin y al cabo todo termina en lo mismo y lo del cinturón se entiende más rápido.

 

Cuando hablamos de este instrumento de tortura a todos nos vienen a la cabeza caballeros medievales largándose de excursión a Tierra Santa, mujeres encerradas en una torre, infecciones de caballo y honras intactas. Sin embargo, a pesar de todas las leyendas construidas alrededor de este invento, los cinturones de castidad realmente documentados datan del siglo XIX y están relacionados con la ola de puritanismo que asoló Occidente en aquella época. En alguna ocasión hemos hablado de artilugios creados en la era victoriana destinados a perseguir la masturbación o el erotismo exacerbado. En este sentido, los cinturones no eran más que otro instrumento más destinado a combatir de manera puntual las pulsiones sexuales normales del ser humano. De hecho, un cinturón sólo puede llevarse puesto unas horas, si se quieren evitar infecciones, laceraciones en la piel y otros desmanes. Algunos historiadores aseguran que realmente los cinturones nacieron durante el Renacimiento y los utilizaban algunas mujeres como instrumento de autodefensa para evitar violaciones, cuando tenían que estar en contacto con tropas o durante un viaje. A la hora de la verdad, los únicos ejemplares que han llegado hasta nuestros días no tienen más de 200 años, por lo que todo lo demás no deja de ser mera literatura o fantasía.

 

Llama la atención cómo en pleno siglo XXI todavía hay gente que toma en consideración este tipo de artilugios de castigo para asegurarse la fidelidad de su pareja. Que nadie piense en candados, cerrojos o llaves. Las nuevas tecnologías también sirven para algo en el mundo de la represión sexual. El último grito en este campo consiste en unos ligueros con chip incorporado, llamados ‘Gorgeous garters’. El chip detecta la humedad de la piel y la aceleración del ritmo cardíaco, asociados a cualquier tipo de actividad sexual, y manda un mensaje de texto al teléfono del marido o novio de la presunta infiel, advirtiéndole que se la están pegando. Me pregunto si los ligueros de castidad son tan sensibles que también envían un sms si la persona controlada sube unas escaleras o tiene que pegarse una carrerita para no perder el metro… La liga resulta imposible de quitar si no se envía un mensaje de texto automático, con un código secreto, por lo que cualquier maniobra de distracción resulta inútil. Su precio, según el modelo (seda o encaje), oscila entre los 70 y los 88 €. Los creadores del invento de marras son un matrimonio británico, Edward y Lucinda Halle, que decidieron arreglar sus problemas de alcoba de manera tan pragmática. Por lo visto, en una ocasión, Lucinda le puso los cuernos a Edward y, llena de arrepentimiento, le comentó que lamentaba que no hubiera algo en el mercado que la ayudase a evitar la tentación de acostarse con otro señor. Toma ya. Sea como sea, Edward se tragó el argumento (y la mala leche, supongo) y, junto a su infiel esposa, se puso manos a la obra para remediar el problema. Me imagino que inspirados en las pulseras que colocan a los presos, dieron con la solución patentando esta peculiar liga de castidad. Así está el mundo. Lo más preocupante es que, en la página web, aseguran que la demanda ha sido tal que actualmente tienen las existencias agotadas.  

 

Via Cama redonda

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