Fetiches:O Pony
Escribo este 'post' a bordo de un avión de Iberia, de vuelta de mi periplo berlinés. La señora que tengo al lado está muy intrigada y espero que cuando lea esto que estoy escribiendo se relaje con el Ronda Iberia y deje de mirar de soslayo. Eso, o corre el riesgo de sufrir algún percance ocular de tanto forzar la vista tanto rato: el vuelo dura casi tres horas. En fin, llevo un ratito fijándome en el uniforme de la tripulación y me pregunto si en alguna parte del mundo habrá algún fetichista de este tipo de vestimenta.
Probablemente sí. Y seguramente en Berlín exista alguna tienda especializada en este tipo de fetichismo. Durante en mi estancia en la capital alemana he podido ver y entrar a cotillear en algunos comercios destinados a satisfacer las demandas de todo tipo de fetichistas. No he encontrado ninguna dedicada al sector de la navegación aérea, sin embargo, hay muchas tiendas del tipo 'sea cual sea tu uniforme preferido, lo tenemos'. Desde los previsibles uniformes de policía norteamericano o alemán (por cierto, estos últimos puedes comprarlos pero no ponértelos en la calle porque lo prohíbe una ley federal alemana), a inquietantes trajes ignífugos de bombero o de trabajador de central nuclear.
Lo más curioso de todo es que la mayoría de estas tiendas fetichistas o relacionadas con el BDSMofrecen sus productos en los escaparates sin ningún tipo de censura.Tal es el caso de Butcherei Lindinger ('La carnicería Lindinger'), situada entre una autoescuela y una pizzería, en cuyo escaparate se pueden contemplar todo tipo de máscaras de cuero, butt-plugs anales metálicos y otros instrumentos para el placer sadomasoquista, que encogen el ánimo de todos los que no le terminamos de ver la gracia a estas cosas. Me pregunto si en Navidad ponen espumillón o les colocan unas gorras de Papa Noel a los maniquíes. Lo mismo sí, porque todo es tan normal en Berlín.
Independientemente de los gustos sexuales de cada uno, es indiscutible que la escena fetichista en Alemania goza de una estupenda salud y no está tan oculta como en nuestro país. Paso de intentar argumentar el porqué de esta cuestión, a pesar de lo fácil que resulta establecer paralelismos con la aguerrida tradición del pueblo alemán, pero hay que ver lo que les gusta a esta gente disfrazarse, por Dios. Prueba de ello es el pabellón dedicado a estos menesteres sexuales, llamado Fetisch, en el Salón Venus que se ha celebrado este fin de semana en Berlín. En este apartado había un gran número de 'stands' especializados en temáticas fetichistas y sadomasoquistas. Prendas de látex, colchones de vacío para inmovilizar cuerpos, fustas, instrumental quirúrgico. En fin, una maravilla, para ellos. Además, el recinto contaba con el tradicional escenario en el cual tenían lugar actuaciones de strippers y performers siguiendo las premisas más clásicas del sadomasoquismo erótico. Música de miedo o de Marilyn Manson, mucho humo y cara de muy mala leche. Lo normal en estos casos. Y previsible.
Lo de hacer el pony es algo que no es muy conocido, pero no por ello menos impactante
Sin embargo, debo decir que hubo una cosa que sí dejaba boquiabierto a todo el mundo. Se trataba de una reata de practicantes del 'pony play', que iba dando vueltas por el salón.
Lo de hacer el pony es algo que no es muy conocido, pero no por ello menos impactante. Se trata de personas que actúan como un caballo y que experimentan placer siendo tratados como dicho animal. Es decir, con respeto pero con decisión. Sus practicantes suelen vestir prendas de látex o cuero pero pueden llegar a metamorfosearse con un equino colocándose pezuñas en las manos, crines en el cogote y colas en el trasero.
Además, suelen tirar de un carro, llevan bridas y toda la parafernalia habitual en cualquier modalidad deportiva ecuestre. Como en otras relaciones habituales en el mundo BDSM, es muy importante cómo se comportan amo y animal. En cierta ocasión vi un reportaje sobre este tipo de práctica y me dejó verdaderamente sorprendido. Sin embargo, verlo de cerca impresiona mucho más. He hecho fotos. En el próximo 'post' os las enseño. ¡Arre!
Via Cama Redonda